La trampa del champú casero: "entre más, mejor."

La trampa del champú casero: "entre más, mejor."

Si algo se salva de la regla del “todo en exceso es malo” es la autoestima, el humor sarcástico y, por supuesto, las ganas de espantar charlatanes. Pero agárrate, porque lo que viene debería venir tatuado en la frente de medio internet y de toda Científica de la Cocina: más activo no significa mejor resultado.

Es normal que te de por pensar: “Si tantito romero fortalece, harto me deja pelazo de Rapunzel”. Entonces hierves la rama, la cuelas mal, la metes en un champú de farmacia que huele a detergente… y zas: fiesta bacteriana y cabello llorando en el baño.


Aquí le damos spotlight a la implacable Ley de Rendimientos Decrecientes: esa regla que grita “¡YA BASTA!” cuando confundes “eficacia” con “sobredosis”.

Piensa en ella como invitar a más gente a una fiesta en tu cocina: cinco amigos = risas y tragos; veinte colados = caos, vasos rotos y alguien llorando en el baño. Pasa lo mismo con tu mezcla: un champú barato con hojas flotando no es una fórmula, es un caldo inestable que en lugar de fortalecer, irrita, reseca y deja tu cuero cabelludo más confundido que tu ex cuando le decías “solo somos amigos”.


¿Y si el problema no es lo que tiene, sino lo que le falta? El lado oscuro del “100% natural” empieza cuando no hay quien ponga orden.

Hermoso en la teoría, desastre en la práctica. Un champú sin conservantes ni tensioactivos nobles es precioso en Pinterest… pero en tu regadera se vuelve caldo de cultivo, lava mal, se contamina rápido y te deja el cabello opaco, apelmazado y oliendo a plantita fermentada. Porque sí, reina: la ciencia es sexy porque sabe equilibrar naturaleza y tecnología, no porque se avienta todo a la olla como si hiciera caldo de pollo.

Así que la próxima vez que quieras sentirte Marie Curie con licuadora y gotero en mano, respira: un buen formulador ya hizo el trabajo sucio por ti, calculó dosis, controló microbios y diseñó la pócima para que tu melena brille sin arder como chisme.

🥂 A la medida perfecta, al romero bien formulado y a ti: que si algo merece extra… que sea tu actitud.


🧪 Pop Quiz para la Científica de la Cocina que llevas dentro:

✅ 1. ¿Crees que si un ingrediente funciona, ponerle triple dosis lo vuelve milagroso?
A) Sí, y de paso le echo otro puñado “por si acaso”.
B) No, porque respeto la santa Ley de Rendimientos Decrecientes.

✅ 2. Cuando quieres romero en tu champú, ¿qué haces?
A) Hiervo la planta y la meto en cualquier frasco de shampoo, total, es natural.
B) Busco una fórmula bien hecha, con concentración calculada y cero drama bacteriano.

✅ 3. ¿Qué piensas de un champú “100% natural” sin conservantes ni tensioactivos nobles?
A) Perfecto, así me lavo el pelo y de paso hago fermento para la ensalada.
B) Gracias, pero prefiero un shampoo que limpie de verdad y no huela a plantita fermentada.


Resultados:

🔮 Si respondiste A en alguna: Eres la Brujita de la Cocina
Creativa, curiosa y cero miedo a experimentar… pero ojo, reina: la Ley de Rendimientos Decrecientes no perdona. Cariño, tatuarte este artículo en la frente es tu nuevo amuleto. Léelo dos veces, comparte el link y prometo no juzgar tus experimentos pasados (bueno, tal vez un poquito).

🧪 Si respondiste B en todas: Eres nuestra Científica de la Cocina oficial
Aplausos, reina. La ciencia es sexy y tú sabes usarla sin drama ni microbios. Sigue brillando y mantén esa melena con dosis justa y actitud extra.


Cuéntame en los comentarios tus experimentos de cocina-laboratorio más épicos… Prometo reírme contigo, no de ti. 😉✨ Que empiece la catarsis colectiva. 😂💘🤲🏻

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